
Después de amarnos, nos negábamos a dormir a pesar del cansancio, besándonos a cuenta de los próximos años, mientras me miraba apoyada en su pecho, rompe la atmósfera, con una comiquisima anegdota :
El dice – estaba en la estación de servicios, y para matar el tiempo ya que estaba ansioso y nervioso, no tuve mejor idea que comenzar a leer el prospecto de un medicamento que hacia unos días había comenzado a tomar, por mi gastritis – se reía mientras lo contaba – todo bien, hasta que comencé a leer los efectos colaterales, advertía posibles problemas temporales de erección, ¡quede choqueado!, ¡me quería matar!, ¡justamente ahora!...durante todo el viaje me decía a mi mismo, ¡ para que mierda lo leí !
no parábamos de reir, llorabamos de la risa , obviamente no tuvo problemas, aun me río cuando me acuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario