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domingo, 17 de agosto de 2008

El diario de Noah


Noah es un muchacho convencido de su amor, de sus capacidades para seducir, como caballero y romántico hasta los huesos que es. Allie es una joven disfrazada de mujer, rica pero con ansias más liberales de las que unos padres retraídos por la avaricia le querrán imponer. En esta historia se nos cuenta el amor, el primer amor adolescente, ese que nos deja marcados, y acaso huellas imborrables con el tiempo. Un amor que acabará con esta terrible enfermedad, que los que la han conocido de cerca lo saben, y que es el Alzheimer. La cual sufrirá su amada, pero él estará a su lado hasta los días de su muerte. Porque es un amor que rompe barreras, que nunca acaba, como ya decían, es como un anillo, infinito, imborrable en el tiempo y el espacio. Y él, Noah, por medio de un diario que escribió contando la historia (la cual es la que vemos en la película, menos en los trazos que el director eligió para mostrarnos "a un anciano que le lee a una anciana") revive a Allie toda su historia, la cual obviamente la olvida cada cierto tiempo debido a la enfermedad que le corroe el cuerpo y el alma, y siempre acaba recordando la historia cuando llega al final, y se da cuenta de que el hombre que tiene a su lado es su verdadero amor, Noah, aquel inseparable novio, hombre, esposo, marido, hermano, amigo, aquel que siempre estuvo ahí. Y a pesar de los males o la avaricia del tiempo que siempre nos come espacio y territorio, y nos quita salud, y vida, y las cosas que más queremos, el amor de dos personas perdura hasta la eternidad, se hace infinito y recobra vida, y nunca acaba, nunca termina. La película está contada de una forma que no aburre, al revés, al igual que las ganas que "esa anciana" tiene de que "ese anciano" le acabe de contar esa apasionada historia de amor que a través de un libro está conociendo, se le revele al espectador igual que a la verdadera Allie, identidad oculta en teoría pero que a medida que la película pasa y nuestro propio juicio va tomando valor, suponemos quien es cada cual, y nos va gustando, nos va atrayendo. Nos cautiva. La interpretación de los actores no me convenció al principio, luego me pareció más que sublime la de él, Noah (Ryan Gosling). La de ella (Rachel McAdams) está en su punto, justo, lo inmediato, lo que merecía ser, pero no más, y acaso esa espantosa risa del doblaje me incitaba a dejar la película a medias. Pero no, tenía que terminarla, y mereció la pena, créanme. La banda sonora, es precisa, justa con el espectador, en algun momento puede llegar a conmover, pero no tanto, me esperaba más en este aspecto. Las imágenes que este film nos ofrece pueden llegar a veces a parecernos vulgares, incluso de una película de más bajo valor del que en realidad tiene, sobre todo al principio, cuando parece típica película romántica en la que dos amantes tienen que enamorarse forzosamente para acabar irremediablemente tendidos del desamor, como todos siempre hacemos. Pero no es ni mucho menos así. La película aspira a más, a pesar de estas pequeñas carencias.

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